Bolsonaro no es Brasil, es un personaje amigable con la estupidez y la imprudencia fácil de sortear, en especial para el propio Brasil.
Bolsonaro y su amigabilidad con la estupidez y la
imprudencia
Por Oscar Casal
No es nuevo ni
original el pensamiento fascista, misógino, entreguista e idiota del Presidente
de Brasil Jair Bolsonaro.
Está en todo
su derecho de tener una posición personal frente al mundo y pensar lo que se le
ocurra estemos o no de acuerdo, ahora bien como máximo representante del
mayor país de Sudamérica debería asumir una responsabilidad que incluya gestos
de prudencia y abstinencia verbal.
Las últimas
declaraciones de Bolsonaro referentes a los resultados de las elecciones
primarias en Argentina, además de ser una afrenta, y una intromisión
inaceptable en asuntos internos de un país, es una muestra clara del
desconocimiento descomunal que este personaje lamentable tiene sobre Argentina.
Queda claro
que Bolsonaro no es Brasil, es una circunstancia triste y lamentable de una
coyuntura específica, pero es una molestia, como un tumor que podría tenuemente interferir
de manera negativa en las interrelaciones regionales e internacionales del
gigante latinoamericano.
Con respecto
a la Argentina, Brasil seguirá siendo un socio estratégico y fundamental en el
trazado de su estrategia de relaciones internacionales, pero tampoco en el
cumplimiento de ese objetivo se incluye tolerar declaraciones y acciones de un personaje
que no tiene el más mínimo recato ni respeto por sus socios y amigos. Al menos
que Bolsonaro, como Presidente de Brasil no considere a la Argentina de la
misma manera que Argentina considera a Brasil. Lo cual no sería un gran
problema, porque Bolsonaro tiene una representatividad tan limitada como su
poder real. Y reitero el concepto, Bolsonaro no es Brasil, es más puede
convertirse en una molestia para el propio Brasil.
Y digo esto
observando cómo son sus movimientos políticos y la torpeza con que se maneja,
especialmente en sus vínculos con el Congreso Nacional del hermano país. Sus
relaciones son conflictivas y hasta poco amigables, su coalición parlamentaria
es minoritaria, y el Congreso de Brasil tiene un poder real que ya ha
demostrado no tiene ningún escrúpulo a la hora de deshacerse de un presidente.
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