SI la ciudadanía brasilera decide elegir eso (Bolsonaro), indudablemente, es que la temática cultural de fondo respecto a cuestiones tales como la esclavitud , la dominación quasi feudal y la sumisión al poder autoritario no están bien resueltos en Brasil, aún en el siglo XXI.
Bolsonaro:
el candidato vergonzante que intentarán esconder
Por Oscar Casal*
Las posibilidades de que el fascismo
gane las elecciones en el país más grande e importante de la región son reales.
No me quiero detener mucho en la figura del capitán Jair Bolsonaro,
sinceramente es malgastar energías en una persona que ha demostrado conductas
execrables, pero es quién tiene las mayores posibilidades de convertirse en el
nuevo Presidente de Brasil, siempre y cuando no abra la boca para vociferar su
odio, razón por la cual le tienen prohibido por “prescripción médica”
participar en los debates presidenciales de segunda ronda.
Indudablemente América del Sur está
atravesada de una combinación de procesos político – emocionales y psicológicos
que sorprenden y son dignos de un análisis profundo. La política tradicional no
ha sabido leer con precisión estos cambios complejos y es por ello que aparece
con fuerza la nueva derecha, la de los “odiadores”, los que dicen vienen a
poner “orden” y “transparencia” frente a la corrupción y el populismo. El orden que prometen es a partir de
represiones indiscriminadas, violencia estatal y para estatal, continuar
profundizando las diferencias e incentivando el odio como un motor emocional
potente y destructivo. Para qué? Para allanar el terreno a los negocios
nacionales y transnacionales, para lo cual es necesario salarios bajos, control
social a cualquier costo, retroceso de derechos ciudadanos y venta de activos
estratégicos del Estado, entre otras cosas.
El “orden” que pretenden los
“generales” que acompañan a Bolsonaro en materia de seguridad interior es con
la intervención de las fuerzas armadas para combatir delitos como el
narcotráfico, la seguridad urbana, etc. En esta última materia, la acción de
las FF.AA es comparable a realizar una operación de apéndice con una espada. No
resiste el menor análisis. Las FF.AA están entrenadas para arrasar, no usan el
bisturí en combate. Si Brasil hoy es un país violento se convertirá en un país
más violento aún. En materia de
narcotráfico sobran ejemplos del fracaso que han sido sus intervenciones
(México por ejemplo) donde el poder económico del narcotráfico puede comprar,
sobornar y acallar a todos los ejércitos de la región y algunas otras instituciones
también.
La vuelta a estados pre democráticos
es una realidad palpable en América del Sur, la cuestión es que no se hace
pública merced a la complicidad del main stream mediático que ofrece un
blindaje comunicacional extremadamente eficiente para que sólo se sepa lo que para
las elites es conveniente. Esa es la transparencia que persiguen, el manejo y
control de la información para mantener desinformada a la ciudadanía. Y esto
incluye también el manejo de las redes sociales que se suponían era la
“alternativa” al monopolio comunicacional. Después de los entretelones de
Cambridge Analytica y de las revelaciones de Edward Snowden sabemos que eso no
funciona así, por el contrario también las redes están bajo control de los
poderosos. Esa transparencia, que el fascismo brasilero esgrime como bandera,
en realidad es una falacia, los gobiernos de derecha en la región, con
metodologías más sofisticadas, también son gobiernos corruptos, la diferencia
es que sus socios de los medios lo ocultan y sus otros socios de la justicia no
investigan. Sería la contracara del Lawfare.
Lo de Brasil es una alerta roja con una
leve esperanza de reacción democrática. De lo contrario, sería otro caso en
América del Sur donde los militares llegan al poder a través de los votos, tantas
veces criticado por la derecha en relación a Venezuela. El establishment ya tomó partido porque apuesta
a que son más dóciles para facilitarles sus negocios. Lo cierto es que los
militares no han sido entrenados para gobernar, para debatir, para disentir,
para escuchar. Los militares han sido entrenados para la guerra, para matar,
para meter bala al enemigo. Por las declaraciones del Bolso de campaña, hay un catálogo de enemigos internos que
incluye a los pobres (a los cuales hay que esterilizar y son fuente permanente
de delincuencia), los afrodescendientes (que no sirven para nada, “mis hijos no saldrían
con una negra porque están bien educados”), los homosexuales ("a los
homosexuales no se les quiere, se les aguanta” ), las
mujeres (se avergüenza y muestra como una debilidad haber tenido una hija
mujer), los activismos (a los que ha prometido eliminar de Brasil), entre
otros.
Según una encuesta de Gallup, los
millennials (jóvenes de entre 25 y 34 años) fueron su núcleo más nutrido el 7-O.
No alcanzó con decirles que el fascismo era un riesgo para Brasil, tal vez
hasta no sepan qué es el fascismo. Pues bien, será una tarea titánica que el PT
y sus aliados puedan explicar a la ciudadanía con sencillez y precisión que el
fascismo se trata de un gobierno de matones, de patrones con látigo, escopetas
y off shores, que harán sus negociados y al que ose opinar, pensar u actuar
diferente será, en el mejor de los casos, apaleado si no muerto. SI la ciudadanía
brasilera decide elegir eso, indudablemente, es que la temática cultural de
fondo respecto a cuestiones tales como la esclavitud , la dominación quasi
feudal y la sumisión al poder autoritario no están bien resueltos en Brasil,
aún en el siglo XXI.
También es preocupante en un gobierno
militar electo que vuelvan a surgir hipótesis de conflicto con países vecinos, que
creíamos profundamente enterradas, de hecho, los militares están formados para
vivir en ese contexto. En el actual escenario sudamericano es muy preocupante
qué posición tendría el gobierno de Bolsonorao frente a la situación política
de Venezuela, si sería funcional o no a formar parte de una intervención
militar, que todos sabemos desde dónde es promovida, y si su estrategia en
materia migratoria será para empeorar aún más la delicada situación humanitaria
venezolana.
A su vez, en materia de integración
regional, dado el perfil de su posible super ministro de economía Paulo Guede
el horizonte no es muy alentador. Formado en la escuela de Chicago, famosa por
haber hecho mucho más daño que Al Capone, su política económica estará
direccionada a reducir el estado sin mensurar el costo social que ello implica
y desprenderse de valiosos activos estratégicos. El slogan de campaña “Brasil
por encima de todo” habla de una escasa voluntad política para profundizar
procesos como el Mercosur, la Unasur o la CELAC, más bien trasluce un desliz del
inconsciente imperial de hacer sentir con rigor el peso del gigante
sudamericano. No será sencillo profundizar la integración si sólo se piensa en
el interés propio, lo sabremos los argentinos en materia comercial (anhelando
que no resurjan desde Brasil hipótesis de conflicto militares) y los sabrán los
hermanos paraguayos el año que viene cuando tengan que renegociar sobre Itaipú.
“Dios por encima de todo” el latigillo
que resalta su alianza con los sectores evangélicos es sumamente oportunista a
la vez que fake. En un país con una profunda raíz religiosa, ha calado
profundamente en parte de la ciudadanía, que no ha podido registrar debidamente
la contradicción entre ésta y sus manifestaciones violentas, su misoginia y su
prédica del odio, la muerte y la discriminación. Sería muy oportuno de aquí al
28 de octubre que se tenga muy presente el Segundo Mandamiento: No tomarás el Nombre de Dios en vano.
*ex Secretario Ejecutivo
Comisión Parlamentaria Conjunta del Mercosur
Asesor OPEIR (Observatorio Parlamentario
Electoral p la Integración Regional
Bloque FpV-PJ – Cámara de Diputados de la Nación
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